En la tradición Budista tibetana, las visualizaciones son utilizadas como cartas a nuestro subconsciente con códigos secretos.
Si tenemos en cuenta que nuestro subconsciente contiene muchísima más información que nuestra mente consciente y memoria, parece tener sentido que si queremos crear un cambio real, consistente y profundo en algún aspecto de nuestra vida, lo hagamos afectando el subconsciente. En lugar de solo buscar afectar y transformarnos, con el uso de la lógica o el razonamiento.
En el caso de esta meditación en concreto Tong Len, vamos a usar unos códigos concretos para alterar nuestra percepción del sufrimiento y dolor en otres y en nosotres mismes.
Hablemos de esos códigos.
Esta semana empezamos la meditación buscando conectar con nuestro subconsciente, antes de incluso empezar la visualización. Para ello, relajamos el cuerpo, ponemos la atención en la respiración, y a partir de tener la atención más estable en la respiración, expandimos nuestra zona de atención.
Nuestra mente tiene dos modelos de atención. Uno directo, concreto y enfocado que experimentamos cuando ponemos la atención en un solo punto del cuerpo y nos fijamos en las sensaciones de inhalación y exhalación en ese punto.
Tenemos otra forma de atención, a menudo llamada atención periférica, que es mucho más general, abierta y relajada. Esa es la atención conectada con nuestra mente subconsciente. Y es la forma de atención con la que queremos conectar antes de introducir la visualización.
Meditación 22.02.24
Una vez estamos en la visualización, hay varios códigos que aparecen y se utilizan de forma reiterada en Budismo tibetano para conectar con ciertas ideas, emociones y valores.
Es verdad, que aunque son códigos bastante universales, no tienen por qué ser comunes o ser sentidos de la misma forma por todo el mundo. Una vez entiendes su significado puedes cambiarlos si quieres. Pero también puedes resignificarlos. Esto te ayudará a seguir practicando esta y otras meditaciones, sin tener que cambiar los códigos todo el rato.
La rosa roja
La rosa roja en el centro del pecho, a la altura del corazón, representa la compasión. Y este elemento ya es una adaptación para el practicante occidental. En su versión tradicional, sería una flor de loto. Se ha adaptado por la asociación que tenemos en general en occidente con la rosa roja y el amor.
El diamante
El diamante que aparece en el centro de la rosa representa la sabiduría. Seguramente elegir este elemento tiene más que ver con su fuerza, brillo y por el proceso intenso que requiere una piedra para convertirse en un diamante. Sin duda está relacionado con su gran valor.
Ambos elementos van juntos al ser considerados indispensables para el avance personal y espiritual de cualquier persona. Según esta filosofía, no podemos crecer como personas solo teniendo muchos conocimientos, sin tener compasión. Y tampoco podemos crecer si tenemos mucha compasión pero ningún conocimiento.
Nube negra
Otro elemento de importancia es la nube negra que representa el sufrimiento que percibimos en la otra persona. Este código es más flexible. Si te imaginas una nube de contaminación del tubo de escape de un coche, o una sustancia como el alquitrán, no cambia la simbología del código. Puedes elegir lo que más asco te dé o lo que más rechazo te provoque. Y así tu intención de aspirarlo a tu interior tiene aún más fuerza y valor.
El fuego
La semana que viene haremos una versión de esta meditación que incluye la llama de un fuego ardiendo en nuestro interior. En clase te revelaré su significado.
Estas visualizaciones están diseñadas para que las practiques a diario durante meses, y de esta forma, los códigos se van solidificando cada vez más, teniendo aún más efecto en tu comunicación con tu subconsciente.
Si sigues practicando, usando la misma persona o el mismo sufrimiento durante bastante tiempo, verás un cambio. Tal y como funciona nuestra mente, es imposible que no ocurra, por muy pequeño que sea.
Y en mi experiencia personal, nunca es un cambio pequeño y siempre tiene maravillosos efectos colaterales.
Un abrazo,
Sally