Esta semana toca que miremos a nuestra capacidad de actuar desde el lugar opuesto al odio, el miedo y la desesperación: el amor. ¿Cómo está nuestra capacidad de amar?
El amor del que hablo, no es un amor romántico. Ni siquiera es el amor exclusivo que dirigimos a personas concretas como amiguxs o familiares. Es más un amor que decidimos tener y practicar hacia la vida, hacia el planeta, hacia todos los seres.
Un amor incondicional que se impone como la única forma de transitar el dolor global, y que requiere de una fe sólida en que pase lo que pase, ese amor, sigue siendo la respuesta.
Por muy duro que sea en ocasiones, esa convicción y entrenamiento de volver siempre al amor en nuestro interior, incluso cuando parece imposible e insostenible, nos acaba salvando. Pone a nuestro corazón, y a todo nuestro ser, en la energía, los pensamientos, las emociones y las acciones correctas. Correctas en el sentido de aquellas que queremos que acaben conformando nuestro mundo.
Imagina que tienes que elegir ahora cómo es el mundo que quieres crear para el futuro (siendo consciente que nuestras acciones presentes determinan el resultado que experimentamos en el futuro):
Eliges un mundo en el que solo haya amor incondicional.
Eliges un mundo en el que haya amor y también odio.
Eliges un mundo de odio, sin amor.
Aquí viene lo difícil. Esto no es un ejercicio de imaginación. Basándonos en el mundo del futuro que hayas elegido, la única manera de conseguirlo, y de hacer tu parte para llegar ahí (independientemente de lo que hagan los demás), es comprometerte con tu elección y actuar desde ella cada día. Incluso cuando parece imposible.
Si elegiste que quieres un mundo en el que haya solo amor incondicional, ¿cómo vas a vivir tu vida en consecuencia?, ¿cómo vas a expresar ese amor, incluso cuando es más difícil?, ¿cómo mantendrás tu compromiso firme cuando aparezcan personas a hacértelo difícil?
Si elegiste un mundo en el que haya ambas cosas, significa que no quieres que nada cambie. O tal vez quieres proteger tu derecho a odiar de vez en cuando. Pero piensa en qué otras cosas protegerías mientras sostienes tu libertad de odiar. Guerras, asesinatos, violencia… ¿Vale la pena?
Puede que en estos momentos sientas de repente el peso de esta nueva perspectiva. Respira. Por mucho que queramos un mundo de amor incondicional, para llegar ahí, tenemos que tomar una decisión primero y generar ese compromiso. El segundo paso es darnos las herramientas y el tiempo necesarios para actualizarlo. Para entrenar nuestra capacidad de amar.
Y para ello vamos a usar esta meditación:
Para expandir nuestra capacidad de amar, no es necesario ponernos frente a las personas o situaciones que más difícil se nos presentan en la actualidad. Eso es como querer aprender a conducir y apuntarnos a una carrera de Fórmula 1.
Podemos expandir nuestra capacidad de amar poco a poco. Y vamos a empezar conectando con el amor incondicional que ya sentimos por ciertos seres en nuestra vida, y vamos a estirar ese amor, para llevarlo a más lugares, incluido a las partes de nosotres que más lo necesitan.
Y poco a poco, nuestra mente irá creando nuevas conexiones neuronales y empezaremos a vernos, y ver a otras personas y al mundo a nuestro alrededor, de forma distinta. A medida que nuestros hábitos de pensamiento y perspectivas cambian, nuestras acciones también lo harán. Nuestro corazón se abrirá con más facilidad. Y el amor incondicional hará que nos sintamos más conectades con todo. Incluso con nosotres mismes.
Nos relajaremos, nos sentiremos menos en peligro, nos pondremos menos enfermxs, y viviremos más en concordancia con la esencia profunda de la vida: el amor incondicional.
Un abrazo,
Ora